La recuperación del espacio público es un valor social agregado en beneficio de las comunidades. Particularmente de los peatones, que se favorecen al utilizar espacios que antes eran exclusivos para los automóviles.

Tomar espacios para volcarles su vocación. Quitar espacio a los automóviles para devolverlo a los peatones. Y no por una obligación hacia éstos o un beneficio que podrían merecer en perjuicio de los automovilistas, sino como una política social de inclusión y de movilidad.

La Ciudad de México, poniendo el ejemplo en la vanguardia, ha anunciado la remodelación de la principal plaza de la capital: el Zócalo, donde se tomará un carril del circuito para extender más la superficie de la plaza, en beneficio de los visitantes. Sin lugar a dudas no cambiará su vocación por completo, pues no se restringirá la circulación de los vehículos, pero sí es un paso importante para reducir su tránsito y conservar la zona por su valor histórico.

Se trata de la integración de poco más de dos mil metros cuadrados de vialidad para ser utilizados por los peatones y turistas. Se cambiará el piso de concreto por piso colado y se nivelará la plancha principal en aproximadamente 50 centímetros. Una intervención integral en la cual se invertirán al menos 150 millones de pesos.

Esta iniciativa se suma a otras que han tenido un gran éxito. Por ejemplo, el corredor Madero en el mismo Centro Histórico, que de vehicular cambió por completo su vocación a peatonal y con lo cual se mejoraron condiciones económicas y de movilidad peatonal en la zona.

Alrededor del mundo podemos encontrar ejemplos de éxito en la recuperación de los espacios públicos para su incorporación, no sólo al uso peatonal, sino como agregado de las atracciones turísticas de una ciudad.

Por ejemplo, la Plaza Roja de Moscú, en Rusia, con la circulación restringida a los automovilistas; o los Campos Elíseos, en París, Francia, en donde los domingos se cierra la circulación para los autos en beneficio de los ciudadanos; en Madrid, España, el espacio libre de vehículos y disponible para los peatones es de aproximadamente 2.5 kilómetros a la redonda del centro de la ciudad.

Integrar espacios para el beneficio de los peatones no es una agresión al automovilista. Debe ser vista como una estrategia integral y extensa. De convivencia en la cual los modelos de movilidad coexisten, pero desde una perspectiva de vanguardia en la utilidad del espacio.

El proyecto del Zócalo iniciará a principios de marzo y está previsto que termine en agosto. Con ello, la principal plaza de la ciudad crecerá 10% más en su tamaño.

Se trata de una buena estrategia, pero podría ir sin duda a mucho más si el Gobierno de la Ciudad de México tomara la decisión de usar al cien por ciento el espacio para los peatones, apuntalaría el impulso turístico de la zona en forma decidida al tiempo que se resguarda una de las regiones más valiosas de la ciudad. Esperemos que la medida importante, pero parcial, no termine en un "lo hubiéramos mejor cerrado completo".

http://www.excelsior.com.mx/opinion/federico-doring/2017/02/26/1148740