La Asamblea Legislativa recibió esta semana la primera Constitución de la Ciudad de México. Un acto que marca un antes y un después para la historia democrática de la capital del país.

Con acierto y desaciertos (se reconocen), el trabajo que realizó la Asamblea Constituyente a lo largo de los últimos meses no es menor y merece reconocimiento. Quienes tuvimos el privilegio de formar parte de este órgano colegiado estamos conscientes y orgullosos de la relevancia de redactar nuestra Carta Magna.

Pero el trabajo no concluye ahí. Nuestro alcance, nuestra responsabilidad sí. Pero se da paso a la continuidad con la elaboración de la legislación secundaria que dará forma a las nuevas estructuras de gobierno, el cambio de las delegaciones políticas por las nuevas alcaldías, la reforma a los poderes Legislativos y Judicial, también al nuevo marco electoral.

Trabajo que a partir de esta semana recae en los diputados de la ALDF. Un encargo con la misma relevancia, pues es la extensión fundamental, eficiente y tangible de la Constitución. Es el efecto más real que los ciudadanos podrán ver.

Una armonización que, si no se desprende del mismo espíritu progresista de la Carta Magna de la que emana, podría representar un retroceso contrario al avance que en sí mismo ha representado este largo camino.

La aprobación de la Constitución se dio en un marco de debate, de consenso. Sí con diferencias, sí con disputa, como todo proceso democrático. Pero nunca fue mayoriteado. No se impuso una voluntad sobre otra. El consenso como estrategia de validación.

Desafortunadamente, éste no es el escenario en la ALDF. Estamos ante una legislatura que ha mostrado su cara disfuncional.

En donde no hay mayoría, y aunque esto debería ser una buena señal de mayor participación democrática de los distintos actores políticos que la conforman, la realidad es que es una mala noticia, pues la falta de altura política de varios de sus integrantes pone en riesgo la legislación secundaria de la Constitución.

Hago un llamado a la VII Legislatura de la ALDF a que no le quede grande el encargo. Que dejen de lado las pugnas de los partidos de izquierda que hoy tienen paralizada la agenda legislativa de la ciudad.

Lo que no podemos permitir es que hoy se diluya o regatee el avance que entregamos desde el Constituyente.

Tienen frente a sí un reto mayúsculo. Pese a que la nueva Constitución entrará en vigor hasta septiembre de 2018, los diputados locales deben tener listo el paquete de la Ley de Procesos Electorales al menos 90 días antes del inicio de éste, es decir, en el mes de mayo.

Posteriormente, deberán resolver otros cuatro paquetes de leyes secundarias para completar la armonización en su totalidad. Será la continuidad de un proceso que dará una nueva estructura y razón a la Ciudad de México y sus habitantes.

Mantenerse en piso firme no es trabajo sencillo, mucho menos en medio de la inestabilidad política que vive el Congreso local.

El reto es ahora de ellos. Comportarse a la altura o desmoronarse frente a la presión.

http://www.excelsior.com.mx/opinion/federico-doring/2017/02/12/1145818