Te invito a que cierres los ojos por un momento. Imagina realizar todas tus actividades diarias así: tomar el desayuno, bañarse, vestirse, usar el transporte público y trabajar, todas y cada una de las actividades sin el sentido de la vista.

Ésta es la historia de miles de personas que padecen ceguera. Para quienes las actividades diarias, que la mayoría realizamos de manera rutinaria sin ninguna complicación, representan un reto y, por supuesto, un alto riesgo en una ciudad como la nuestra.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México hay aproximadamente un millón 200 mil personas con algún tipo de discapacidad visual, de las cuales por lo menos 467 mil padecen ceguera total.

Pero además de la evidente insuficiencia de la infraestructura adecuada, hay un dato que contrasta inexplicablemente en nuestro país.

Se estima que en México sólo hay aproximadamente 400 perros de asistencia plenamente entrenados y en compañía de una persona con ceguera (lo que se conoce como binomio).

En este contexto, la Cámara de Diputados, a través de la Comisión de Atención a Grupos Vulnerables, realizó el Segundo Encuentro Nacional de Usuarios de Perros de Asistencia.

Con apoyo de la diputada Kathia Bolio, la Escuela para Entrenamiento de Perros Guía para Ciegos I.A.P. tuvo a bien convocar al encuentro para poner sobre la mesa y en la agenda legislativa la propuesta para crear una ley general de perros de asistencia.

Propuesta de la mayor relevancia, pues las organizaciones dedicadas a la formación de perros-guía operan de manera asistencialista en México, sin un marco legal que los proteja, apoye y garantice su continuidad, pues su principal fuente de ingresos son los donativos y el voluntariado.

La formación de un perro de asistencia -desde su entrenamiento y manutención hasta que se convierte en los ojos de una persona invidente- asciende aproximadamente a los 40 mil dólares, al tipo de cambio actual son casi 80 mil pesos, mismos que se recaban a través de los donativos. Sin duda, una tarea titánica.

De ahí que no extraña la abismal diferencia entre el número de personas que podrían ser beneficiadas con un perro de asistencia y la disponibilidad de éstos, pues no hay una continuidad garantizada en el apoyo que requieren.

Condiciones que contrastan con países como España, donde hay aproximadamente mil canes de asistencia gracias a la legislación que ya los contempla.

Lo mismo en Estados Unidos donde hay organizaciones especializadas y subsidiadas por el gobierno.

La situación en México en la materia es sumamente compleja, pues la información al respecto es desconocida por la sociedad, además de que existe un vacío legal pese a que la Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU establece que los Estados adoptarán medidas pertinentes para asegurar el acceso de las personas con discapacidad, en igualdad de condiciones con las demás.

Abramos los ojos. Sociedad, gobierno y el Legislativo debemos tomar cartas en el asunto y comprometernos a impulsar esta normatividad.

Garanticemos el apoyo a las instituciones encargadas de la formación de perros de asistencia y abonemos a la accesibilidad de las personas con discapacidad visual.